lunes, 11 de julio de 2011

POLLITA-GUS Por Marion Flores Patiño

POLLITA-GUS
Por Marion Flores Patiño
La luz de la lámpara iluminaba su rostro y sus ojos pizpiretos, con esa pinta de inocencia que me enfermaba. En el banquillo de los acusados tenía a mi hermana.
—Así que, dígame Sara ¿Cuándo vio usted por última vez a la Pollita-Gus?
Su respuesta balbuceante fue perturbadora.
—Está usted obstruyendo una investigación importantísima —La seriedad de mi discurso debía asustarla un poco—. Mi padre hace algunos meses, trajo a esta casa una hermosa pollita de pelaje amarillo pálido, que hacía “pio-pio”.
Intentaba hacer que la sospechosa se sintiera conmovida con mi historia, aunque fui yo quien se estremeció.
—Pio-pio —dijo mi hermana.
—¿Negará que, usted me acompañaba al gallinero a darle de comer y dejarle agua limpia? —repliqué.
—Pio-pio, Gus —Señaló Sarita hacia el gallinero
—¡Así es! Le pregunto por la Pollita-Gus —dije en tono irónico —. ¡Aquella pollita que me acompañaba a la tienda, a las tortillas a jugar con mis amigos! ¡La misma pollita con collar de piel en el pescuezo para sacarla a pasear!
—¿Pio-pio? Gus ¿Pio-pio? —era la única respuesta de mi hermana.
Después de una pausa, retomé el interrogatorio, para declararla culpable:
—¿Qué estaba haciendo usted el día de hoy a las 8 de la mañana?
Pero ella soltó una risotada.
—¡Se quiere poner ruda! ¿eh?
Concentraba mis energías en mantener la calma, pues comenzaba a desesperarme
—¿Hay alguna persona que pueda sostener su coartada? —le grité.
Había perdido el control. ¡Y yo no debía perder los estribos! Sino Ella, por ser culpable. Trataba de relajarme cuando escuché pasos aproximándose a mi habitación. Era mamá quien entraba hablando por teléfono:
—No Karla, es imposible. No te llamé. A esa hora estaba dejando en la guardería a la bebé. Eso fue antes de las ocho.
¡Demonios! Mi primer sospechoso tenía coartada. Bajé a Sara del sillón y apagué la lámpara.
Salí de mi cuarto con un rehilete de ideas y recuerdos en mi cabeza; por ejemplo, la llegada de Pollita-Gus. ¡Era muy hermosa! Mi padre y yo habíamos hecho la promesa de cuidarla muy bien, hasta engordarla. Recordaba también cuando jugábamos a la gallinita ciega, ¡era muy mala! En lugar de encontrarnos, escarbaba en el pavimento buscando gusanos, como lo hacía en el gallinero. Nunca había visto a una gallina comer gusanos, por eso le puse Pollita-Gus. Tampoco supe realmente cómo jugar con ella, lo único que hacía era picotear y rascar al suelo, entonces mientras yo jugaba con mis amigos en la calle, a ella la amarraba a la defensa de algún coche, hasta la hora de partir a casa.
En una ocasión Sara, mi sospechosa número uno, la dejo encerrada en el ropero ¡Ay! Debieron ver el cagadero que dejó adentro. Mi mamá estaba furiosa:
—Es la última vez que ésa polla entra a la casa —nos dijo.
¡Claro! Yo me las ingenie para pasarla de contrabando. Y hoy, mi pollita estaba desaparecida. Al regresar de la escuela, ella ya no estaba.
Detuve el rehilete de recuerdos entrando al gallinero. Indagué minuciosamente. No había señales de comida, el vertedero tenía agua sucia y en el echadero, estaba dormido Cenizo, el gato. Su tranquilidad me invadió por un instante y comencé a acariciarlo. Cuando de pronto recordé que los gatos son carnívoros, lo tomé sorpresivamente del pescuezo y lo zangoloteé:
—¡Tú eres el culpable, gato apestoso, mira nada más la panzota que te cargas! —El gato me vio furioso—¿Qué hiciste con Pollita-Gus? ¡Confiesa!
Cenizo seguía luchando para escapar de mí.
—¿Dónde está Pollita-Gus? —le grité.
En el zarandeo me rasguñó. No pude sujetar más a Cenizo y aprovechó para escapar rápidamente. Corría tras él y el muy astuto saltó la barda del patio, se sentó agitando su cola, viéndome fijamente. En cuanto me aproximé para agarrarlo de la cola, él corrió, perdiéndose en las azoteas. ¡Demonios! No creí que fuera tan ágil. De cualquier manera iba a regresar.
Con mis binoculares vigilé los techos y la calle, iba de mi cuarto al de mis padres; era un cazador a la espera de su víctima. Seguramente si el gato había escapado, era porque el muy bribón se había comido a mi Pollita-Gus. Con esos ojos atentos sin perderla de vista, en su pose de acecho… ¡tenía que haber sido él! No cabía duda alguna. Sin embargo, debía pensar en otra forma de interrogarlo.
Planeaba mis estrategias. De pronto sentí un roce en mis piernas y ahí estaba el segundo sospechoso ¡A mis pies!
—¡Aquí estás!
Lo agarré, lo subí a mis piernas y le acaricié la cabeza
—Cenizo, no seas malo ¿Dime en dónde está la Pollita-Gus? —Sus ojos se entrecerraban y ronroneaba — ¡No quiero que ronronees! ¿Dime qué has hecho con la pollita?
Cenizo saltó de mis piernas y salió del cuarto con la suavidad de una hoja al viento. Lo seguí con cautela. Mi consigna era castigar al culpable de la desaparición de Pollita-Gus. Cenizo caminó hasta su arenero. ¡Eureka! Eso es, con la popo del gato podía averiguar si él se había comido a Pollita-Gus. Cuando terminó, me acerqué al arenero y con un palito exploré… ¡No había rastro alguno! Cenizo era inocente.
Me encontraba donde mismo, o quizás no. Por lo pronto mi hermana y el gato no eran culpables de la desaparición de mi pollita. ¡Qué lío! Necesitaba pistas y… ¡Por supuesto! ¡Había que buscar plumas!
Del escritorio de mi mamá tomé una lupa y comencé la búsqueda de la pista sagrada. Observaba en los cuartos, en los baños, en la sala. Nada.
Llegué al jardín y cerca del lavadero, encontré una pluma. ¡Por fin había encontrado algo valioso y útil! Gracias a la lupa, pude observar la claridad de aquella pluma amarilla apuntando a la casa de Cuco; allí estaba el culpable durmiendo plácidamente en la perrera. Y… ¡Oh por Dios! ¡En su nariz colgaba una pluma! Arrojé la lupa, abrí el hocico del perro, le saqué la lengua para meter mi mano y ver si encontraba algo adentro. En un principio el perro no se resistió, pues estaba dormido; pero cuando despertó se jaloneó y trató de zafarse. Apliqué una llave: la urracarrana. Ése pedazo de perro iba a pagar por la desaparición de Pollita-Gus. Cuco puso cara de “¡yeah! ¡Qué divertido!” a mí me hervía la sangre. Estaba a punto de hacerle la quebradora cuando mi mamá llegó:
—Tengo horas hablándote para que vengas a comer. Deja en paz a Cuco y vámonos a comer. Lávate las manos —rugió.
—Mamá, es que Cuco… — solté al perro.
—¡NADA! A comer —cortó de tajo mi explicación.
Cuco seguía con la fiesta, saltando de un lado a otro y moviendo la cola. Mi madre me arrastró hacia el lavamanos y me sentó en la mesa. Mi indignación era muy grande, busqué, seguí pistas, encontré al culpable del secuestro… ¡Y yo estaba en la mesa comiendo! en lugar de castigar y torturar al perro, hasta hacerlo llorar y suplicar por su vida.
Mi mamá puso sobre la mesa el caldo.
—¿A qué jugabas con Cuco? —preguntó mi madre.
—¡No estaba jugando! Es que Cuco se comió a Pollita-Gus —Le dije muy enojado y sorbí el caldo.
—Ha de estar en el gallinero —me respondió mi ignorante madre.
—No está en el gallinero —gruñí.
—¡Oh! Ya fuiste al gallinero —. Su respuesta no me gustó, pero seguí con mi caldo.
—También ya le pregunté a Sara y al gato. El único culpable es el perro — Me desahogué
—¿Estás seguro que fue Cuco?
—¿Quién más podría haber sido? —Contesté — O ¿Tú la has visto?
—Eh mmm —. Carraspeó mi mamá
Por un instante todo lo vi con claridad. Cuando yo me fui a la escuela, Sara estaba en la guardería, Cenizo, Cuco y mi mamá estuvieron en la casa toda la mañana. Cenizo era inocente y Cuco sospechoso. Sin embargo, a mi mamá no la había interrogado y era igual de sospechosa que todos los demás.
Tragué un pedazo de carne de pollo, mientras comenzaba a planear el interrogatorio.
—¿Dónde está Pollita-Gus, mamá?
Directo, con bisturí, sin anestesia, un corte perfecto. Mi madre dejó de comer, volteó su silla hacia mi lugar y su mirada era de culpabilidad.
—Tu padre trajo a Pollita-Gus porque tarde o temprano la íbamos a preparar para comérnosla.
Su contestación fue directa, sin bisturí y sin anestesia.
—¿Me la estoy comiendo? —pregunté y mi madre sólo movía la cabeza afirmativamente — ¡NOOOOOO!

4 comentarios:

  1. Listo chicos, espero sus comentarios...

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  2. Aquí les dejo el link de mi cuento, porque no lo pude publicar en este blog.
    gracias.

    http://fcort.blogspot.com

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  3. Yo lo veo ya redondo, los dos cuentos, el de Marion y el de Fer.

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  4. Lixto, he hecho la corección... Saludos!!!

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