lunes, 11 de julio de 2011

EL MUNDO DE NAYDE cuento de Socorro López Núñez

Fui con mis amigos a acampar, escogimos una región boscosa, cerca del rio, después de levantar las casas de campaña, decidimos explorar un poco por los alrededores.
Escuché una música extraña pero conocida, traté de recordar donde la había oído y me di cuenta de que en el cine, parecía ser música de gaitas, la que se mesclaba con los sonidos de la naturaleza semejando algo mágico, me sentí intrigado, ¿gaitas aquí?, caminé tratando de descubrir de donde venía la música, el aroma de la primavera llegaba a mí como una suave brisa, seguí caminando sin darme cuenta de que me había alejado mucho de mi campamento y amigos; fue entonces cuando la vi, era una hermosa joven con un vestido hecho de conchas, la que absorta tocaba la zampoña; los rayos del sol a través de los arboles la iluminaban dando a su piel y ropas un aspecto irreal. Estaba atontado, no sé cuánto tiempo pasé inmóvil escuchándola, cuando dejó de tocar me acerqué lentamente, ella al verme trató de huir, pero se lo impedí tomándola de la mano.
-No te vayas-
-Déjame.
-¿Quién eres, cómo te llamas?
-Tengo que irme.
-No voy a hacerte daño.
- ¿Me lo juras?
-Te lo juro, solo quiero ser tu amigo.
- Entonces acompáñame. Mi nombre es Nayde y soy un espíritu de la naturaleza.
-¿Eres real?- pregunté.
_Por supuesto- dijo sonriendo.- Acompáñame.
Me tomó de la mano y comenzó a caminar. Yo la seguía fascinado, así llegamos hasta la boca del río. Nayde se arrojó al agua arrastrándome con ella. Una corriente nos arrastró hacia el mar, “es mi fin “pensé, la corriente nos seguía arrastrando y nos acercábamos peligrosamente a unos arrecifes de coral, cerré los ojos esperando mi muerte destrozado en ellos.
De pronto, sentí que todo se aquietaba, tampoco yo me movía, no sentía dolor ni escuchaba ruido alguno. ¡Estoy muerto!-pensé, pero en ese momento se escuchó una fuerte voz:
-¡Alto! ¿Qué hace él aquí?
-Yo lo traje. Prometió no dañarnos.-dijo Nayde.
-Antes de admitirlo como amigo, debe pasar una prueba.
-¿Qué prueba? ¿Dónde estoy?- pregunte temeroso.
-¿Llévenselo!- prosiguió el anciano?
No sé de donde salieron dos fuertes jóvenes montados en enormes peces, llevaban el torso descubierto , como arma portaban unos arpones, me condujeron a un camino lleno de latas vacías, botellas plásticas y basura en descomposición. Mis pies se hundían entre los deshechos haciéndome resbalar y caer más de una vez.
Por fin llegamos a nuestro destino: hermosas casas hechas de piedras marinas, estaban abandonadas, algunas totalmente destrozadas, las calles y avenidas totalmente cubiertas de un lodo espeso y maloliente. “¿Qué vamos a hacer aquí?” pregunté, nadie respondió, busqué a mi alrededor, estaba solo, mis guardianes habían desaparecido.
La luz era más tenue a cada momento, me sentía fatigado, también tenía miedo, por lo que busqué un lugar donde refugiarme para descansar, con la esperanza de que los jóvenes de los arpones regresaran. Vencido por el cansancio me quedé dormido, aunque no por mucho tiempo. “¡Un terremoto!” grite, despertando espantado, recordé donde estaba. Hasta ese momento reaccione “estoy respirando bajo el agua”, pero no pude seguir con mis reflexiones, pues el temblor se sintió nuevamente, intenté, salir de mi refugio para alejarme de las construcciones, entonces me di cuenta de que no estaba temblando, era una avalancha de lodo pestilente, que caía sobre la ciudad, volví a mi refugio.
El olor era insoportable.
“Me trajeron aquí para dejarme morir”, pensé, esperare la muerte. Luego me rebelé, “No lo lograrán, no me voy a quedar aquí, tengo que salir”. Trepando por las ruinas de las casas, llegué a los restos de azoteas, caminé por ellas con mucho cuidado, pues en caso de caer moriría sepultado entre la podredumbre. En ratos quise desistir y dejarme, pero mi corazón decía “vuelve a intentarlo”, cada vez era más difícil, mis manos estaban lastimadas, mis pies se movían con dificultad, resbalé , caí al vacío…
Unas manos poderosas me sostuvieron, entonces perdí el sentido.
Cuando desperté, me encontraba recostado en una cama de algas, Nayde estaba a mi lado,” ¿qué pasó?”Pregunté, ella sonrió y salió de la habitación, (era un lugar pequeño y muy limpio, decorado con variedad de conchas.), por la puerta apareció el anciano culpable de mis desgracias. Tuve miedo.
-Bienvenido a nuestro pueblo-dijo- pasaste la prueba.
-¿Qué prueba pregunté?-él continuo hablando.
-No cualquier humano puede ver a un espíritu de la naturaleza, únicamente los de buen corazón, por eso Nayde te trajo con ella, pero antes de aceptar tu presencia en nuestro mundo y darte una misión, debía comprobar tu valor. La prueba era dejarte solo en nuestra antigua ciudad y que salieras de ella. ¡Lo lograste!
-¿Su antigua ciudad?
-Sí, por miles de años fue nuestro hogar.
-¿Qué sucedió? ¿Por qué la abandonaron?
-Aparecieron los hombres. Al principio convivimos con ellos, guiábamos los peces hacia sus redes, para que no les faltara alimento, les dábamos consejos y medicinas, pero hoy…
-¿Hoy qué?
-El hombre está destruyendo el planeta, todo lo ensucia y contamina, destruye la naturaleza y con ella a los espíritus que la habitan (existen otros seres como nosotros en la superficie y en el interior de las montañas), tu lo palpaste, estuviste entre contaminantes, primero en el camino, luego en la ciudad. . .
-La avalancha de lodo –me apresure a concluir.
-No es lodo-el anciano sonrió tristemente.
-¿Entonces?-pregunté temeroso de lo que estaba pensando.
-En las noches descargan las aguas negras del puerto. Esa es la razón por la que abandonamos nuestra ciudad. Logramos refugiarnos en los pocos lugares como este donde no hay contaminación, pero ven, acompáñame a conocer mi pueblo.
Salimos del cuarto y pude ver que sus pequeñas viviendas estaban talladas en el arrecife.
Todo en el pueblo era realmente mágico. Los niños más pequeños aprendían a montar sobre los caballitos de mar, los más grande a conocer flora y fauna (enseñados por una anciana), hombres y mujeres de diferentes edades trabajaban en grupos, unos preparaban la comida abriendo ostras pequeñas, luego las colocaban en enormes conchas que servían como bandejas; otros limpiaban las conchas desechadas por los primeros para pulirlas después las pasaban a los encargados de elaborar ropas, utensilios, adornos y otras cosas más. También vi un manta raya tripulada por uno de los jóvenes que conocí el día anterior, en ella traía un cargamento de ostras para los cocineros, al verme me saludó moviendo la mano con alegría.
Estaba feliz contagiado de la armonía que reinaba en el lugar.
-Es hora de que regreses a tu mundo –dijo el anciano –desde hoy tu misión es salvar la naturaleza, lucha por ello.
Cuando nos necesites, toca esta zampoña y te buscaremos, amigo.
Ahora vete.
Una fuerte corriente me arrastró, no supe más.
Desperté en el bosque, anochecía mis amigos me buscaban, solo habían pasado unas horas, no dije nada de mi aventura, “fue un sueño” pensé. Sin embargo la zampoña estaba ahí.

2 comentarios:

  1. Coco, necesitas afinar más el cuento, en cuanto a signos de puntuación, algunas faltas de ortografía y el uso de guiones. Encontré esta página que quizás te pueda ayudar: http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/tecni/guiones.htm
    La descripción del mundo acuático está muy bien, me agradó bastante. Pero el final lo sentí muy forzado, es como cuando estás en una fiesta, apenas te estás ambientando y te dicen "Ya es hora de que te vayas". No hay un preámbulo para poder llegar a la encomienda del anciano.
    Espero mi observación te sea útil.

    ResponderEliminar